domingo, 6 de marzo de 2016


El chocolate infinito, la ilusión óptica que hace amar las matemáticas


Las ilusiones ópticas y los engaños de nuestros ojos componen una fuente inagotable de fascinación, especialmente, en el ámbito internauta, desde que hace un año saltó impulsado por las redes sociales el fenómeno del vestido bicolor (bautizado con la etiqueta #TheDress). 
El traje de fiesta que descolocó a medio mundo por la dificultad de ponerse de acuerdo en sus colores (¿negro y azul o blanco y dorado?) dio lugar a múltiples explicaciones científicas que aprovecharon para difundir el funcionamiento de algunos componentes del globo ocultar, como los bastones, y de cómo nuestra mente nos juega malas pasadas en lo que respecta a la percepción.
Las ilusiones volvieron a recuperar protagonismo, y pudimos experimentar otros juegos ópticos como el de las pastillas de dos colores o el del autobús que parece moverse en ambos sentidos.  
Llega el momento ahora de recordar uno de estos engaños clásicos de la mente que se escuda, principalmente, en las matemáticas, y que, a la vez que nos fascina, nos hace amarlas: el truco del chocolate infinito.